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​HISTORIA

 

El magnífico órgano de la Iglesia Parroquial de Santanyí lo construyó Jordi Bosch para la iglesia del Convento de Sant Domingo de Palma, en 1762, según consta inscrito en la primera tecla del teclado original de la cadireta. Su espectacular fachada barroca es obra del fraile dominico Albert Borguny i Castelló.

 

A consecuencia de la ley de desamortización de Mendizábal (1835), se derribó todo el conjunto conventual de Santo Domingo, que estaba situado entre la plaza de Cort y la Catedral de Palma. El organero Guillem Puig adquirió el gran órgano en subasta pública, lo desmontó y se lo vendió al Ayuntamiento de Santanyí. Según fuentes orales transmitidas por la misma familia, el señor Mateu Escales, un santanyiner gran aficionado a la música que trabajaba para la administración del estado (en la Junta de Enajenación), intermedió y fue el artífice de que hoy tengamos este órgano en nuestro pueblo.

 

El día 10 de junio de 1837 se formalizó el contrato de compra por parte del ayuntamiento, para uso de la parroquia. El consistorio pagó una parte y las obrerías de la iglesia el resto.

 

Desmontado de Santo Domingo, rápidamente se organizó su transporte desde Palma, que se hizo por mar en un llaüt costero. Lo descargaron en el muelle de Cala Figuera i desde allí trasladaron todas las piezas en carros hasta Santanyí. Seguro que fue un espectáculo ver llegar carros y carros cargados con todas las partes del instrumento.

 

Una vez en la iglesia, todos los elementos desmontados del órgano se esparcieron por todo el templo: en las capillas, sobre las bóvedas, sobre la tribuna del coro...

 

El entonces rector, Benet Vadell, no era muy partidario de este órgano, por miedo a que algún día los dominicos lo quisieran recuperar y porque creía que era demasiado grande para la iglesia de Santanyí. Parecía que no había espacio suficiente para colocar todo el instrumento, teniendo en cuenta que el rector tampoco permitía que se tocara la cornisa de la nave. Aun así, vencidas las primeras reticencias y dificultades técnicas, se inició su montaje. El organero Guillem Puig, con la ayuda del carpintero santanyiner Joan Salom Trepan, empezó a armarlo. Primero se montó la fachada y enseguida la gente del pueblo quedó boquiabierta ante aquella monumental obra de arte.

 

Como dijo Bernat Vidal i Tomàs sobre el órgano: «Esta joya, de una importancia muy superior a la capacidad económica de la humilde Villa de Santanyí...». Por eso no debemos olvidar que tener este instrumento en nuestro templo es como un sueño y también, seguramente, un pequeño milagro.

 

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