Orgue de SantanyÃ
​LA EXCEPCIONALIDAD DEL ÓRGANO SEGÚN GERHARD GRENZING
Conocí el órgano de Santanyí en 1969 y quedé profundamente impresionado, por la fachada, por su tecnología y por su sonido. Enseguida decidí estudiar aquel instrumento, entonces abandonado y maltratado, y a su constructor. Hoy en día, igual que hace más de cincuenta años, todavía me impresiona y me emociona. Todo este instrumento es sublime y avanzado en varias generaciones a su época.
Su sonido, tan artístico, incluye desde elementos góticos hasta detalles que no se imitaron hasta más de setenta años después.
Uno de sus registros más característico es el lleno, de veinticinco hileras, único en el mundo y cinco veces más grande que cualquier registro normal. Se reconstruyó en el taller Grenzing siguiendo la muestra de 17 tubos conservados.
Otra particularidad del instrumento es el sonido potente de sus enormes tubos de madera, las bombardas.
La trompetería horizontal, la batalla, característica de los órganos ibéricos, inventada a finales del siglo XVII, en este caso también es especial porque es imponente y nada agresiva.
Otro registro que cabe mencionar es la corneta de nueve hileras, con mucho color y presencia.
Los organeros de la época no aplicaron los inventos del Maestro Bosch. Eran demasiado avanzados y no se entendían. En cambio, ochenta años más tarde, los copió o reinventó el constructor de órganos más relevante de Francia en el siglo XIX, Aristide Cavaillé-Coll.
Muchos expertos que visitan el órgano quedan admirados de su alto nivel tecnológico y también de la gran calidad de sus materiales. El sonido, imponente pero no forzado, se debe a la calidad de los materiales, y al diseño meticuloso de los tubos y la artística armonización.
La poesía, la energía y una tímbrica variada amplían las posibilidades de registraciones de este no exactamente “gran órgano”.
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